jueves, 17 de noviembre de 2011

Hubo un tiempo en el que escribía poesía, pero eso fue cuando aún creía en los sueños.

Hubo un tiempo en el que escribía poesía, pero eso fue cuando aún creía en los sueños. En la época en la que podía pasarme una tarde, con la cabeza descansando en mis dedos índice y corazón. Dejando a mi mente volar entre colores, sabores, momentos, caricias, brisas, aromas,...

Cuando el brillo de las estrellas servía, para iluminar mi propia alma. Cuando un sonrisa valía para alegrarme la vida. Cuando una caricia calentaba mi piel. Cuando un carcajada hacía vibrar mi pecho. Cuando cualquier sueño deseaba nacer, para vivir entre mis pensamientos, para siempre.
Momentos de fe en una felicidad utópica, que se resistió hasta los límites, para no hacerse real.
Pichochos que no quisieron ser humanos. Gepettos martirizados por sus sueños inalcanzables. Hadas sin varitas mágicas.
Aún se pueden oír, en mi pecho, los ecos de aquellos sueños. Se lamentan, lloran y gimen, pero ya nadie les escucha.
Hubo un tiempo en que soñaba con soñar, en el que vivía soñando y soñaba viviendo. Hubo un tiempo en el que soñé, con una vida que no quiso hacerse realidad.
Hubo un tiempo en el que creí que todo sería posible. Hubo un tiempo...
Hubo un tiempo en el que escribía poesía, pero eso fue cuando aún creía en los sueños.

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